miércoles, 12 de noviembre de 2008

Lo que es ser feliz


En la oscuridad de una mansión una nena juega a las muñecas,
mientras un rojo cuervo morfa uno de sus huevos.
La nena parece estar aislada de un mundo ajeno a las ideas,
la nena no parece pensar,
o sentir,
o escuchar esos gritos que vienen del hall.
Mientras el cuervo rojo se pregunta porque no es negro,
la nena parece estar entramada en su juego,
donde papá y mamá se aman,
se tocan,
y no se olvidan de su dulce pequeña,
que poco a poco olvido lo que es ser feliz

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Pájaro Gótico de la Noche Blanca:

Sabés que en tus ojos habita un breve silencio que divide lo cálido de lo frío, lo real de lo inútil, que vas hilando en tus dedos una poesía que descubre el real tesoro de un artista: la realidad soñada sin temor a la caída en manchas.

Vos no estás llorándole a la vida, le estás cantando, y estás creciendo, sin metáforas estás creciendo, entre crayones niños, entre retoños y lánguidos suspiros, estás cada vez más alto, con tus dedos dibujás un hada del gótico relámpago, con vestidos de noche entre sábanas de un suspiro exasperado. Sabés cuán poco queda para descubrir los ojos de la instrumental mirada en el mar.

Esa nena, esa nena que no piensa tiene un pedacito de perla impregnada en su pupila, quizás deberías enseñarle a escuchar al Sol, el sonido del cascabel, y verás cómo se desprende de su paisaje grisáceo y abraza la Luna, la Luna Violeta del poema sin final.

Ahora, el ser feliz es saber sonreír frente a los ojos que te observan, frente al ama que penetra la mirada, un canto, un amor, un sosiego interior, un breve encuentro entre la voz del alba y la cantata del alma.

Mientras esfumo al aire, voy sosteniendo un barrilete en mi mano izquierda. Si querés podés ayudarme a revolar el sueño, a remontar un respiro lento para hacer dar a luz un unicornio que camina en su bosque natural.

Quiero que ahora subas a una nubecita, reíte, sonreíte, mirá cómo canta el viento, cómo danza el mar, cómo se hace infinito el perfume sideral.

No esperes a la noche, porque sos quien abre el telón de la noche blanca.

Seguí danzando en tu césped de cánticos, seguí haciéndolo, hermano, porque hay muchos dormilones que duermen de costado, y se olvidan de dibujar girasoles y soplar pétalos al aire, porque se olvidan de leer la calesita como calesita.

Y seguí escuchándote, porque cuando uno se encuentra a sí mismo es cuando comienza a dejar huellas en el mundo.

Sos parte del jardín romanticista, creeme.

Te soplo un pétalo surrealista y quijotesco.
Te adoro, niño de las oleadas puras.

Un abrazo colorido,
Yo, Peperina.

Amor y paz.

Son Poemas dijo...

Juan, muchas gracias por visitar mi blog y, sobre todo, por el tiempo dedicado a dejar tu comentario.

Me gustó visitar tu página.

Saludos.

Seven Cyanidè dijo...

Qué hermoso poema! Me encantó... y creo que en algunas cosas me sentí identificada: siento que, muchas veces, estoy aislada de la realidad, apartada de lo que me rodea, aun teniéndolo muy cercano. Pero es así como realmente puedo ser feliz, es así como puedo disfrutar en un mundo imaginario, que sin dejar de ver lo cruel que ronda alrededor de mí, hace que todo sea más bonito para ser vivido, aunque sólo sean fantasías.